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Dios, tú y yo

  • Sandra Lovo
  • 5 dic
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: hace 4 días

Un poema por Sandra Lovo


Dibujo cortesía de Sandra Lovo
Dibujo cortesía de Sandra Lovo


Sabes… le pedía a Dios alguien con quien pudiera ir a la iglesia,

leer la Biblia, alguien que quisiera compartir su tiempo.


Y sabes qué… llegó alguien.No sé cómo, solo llegó…

y lo cambió todo.


Al principio todo fue normal: lo veía y ya.

Un día lo invité a la iglesia, y fue.

Tres días después, ganamos confianza.


El tiempo pasó, y comenzó a escribirse en nuestro ser

un sentimiento inexplicable.


Queríamos estar juntos, aunque pasaran cosas malas.

Ni él ni yo queríamos irnos.


Yo oraba, pidiéndole a Dios respuestas.

Le pedía que estuviera en medio de nosotros,

que fuera él quien nos guiara.


Nunca imaginé que un día escribiría sobre él.


Él, con su color de piel café.

Él, con sus ojos que parecen negros,

pero al final son cafés.


Él, con su carácter firme y sus lunares.

Él, con su forma de actuar y de ser.

Él, y tan solo él.


Marcó algo inexplicable.

Y al final, solo sigo pidiéndole a Dios: ¿será él?


Aunque a veces ni él ni yo nos soportamos,

Aunque queramos salir corriendo,

Aunque a veces lo único que se escuche

cuando estamos juntos sea el viento… o los carros.


Aunque a veces hay más silencio que palabras,

y el orgullo nos gane,

y parezca que todo va a terminar,


Sé que no es mi decisión final.


Mi teoría es esta:

si se queda, es porque Dios lo permite.

Y si se va, es porque Dios me está cuidando.


Y aunque duela, acepto los planes de Dios.


Si se va, será porque Dios me cuida

de algo que mis ojos aún no ven.


Aunque al principio fuimos contrarios,

con el tiempo entendimos

que en el fondo… somos muy similares.

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